Desde el origen de las sociedades, el ser humano ha cimentado sus relaciones en un intercambio de derechos y obligaciones. La forma jurídica de estos intercambios ha recibido tradicionalmente el nombre de contrato y, mediante él, articulamos nuestros negocios jurídicos.
Por lo tanto, para que este instrumento funcione, ambas partes deben cumplir lo pactado, y, en caso contrario, surge la responsabilidad contractual.
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Responsabilidad contractual: ¿qué es?
El contrato es la herramienta jurídica que regula las relaciones entre dos o más partes, y que genera una serie de obligaciones y derechos para todas ellas. Es en este marco donde hablamos de responsabilidad contractual y extracontractual.
Como indica nuestro Código Civil, el contrato existe desde que consentimos la obligación de dar alguna cosa, hacer algo o no hacer algo. Este contrato tiene, para las partes que lo suscriben, efecto de ley.
Ahora bien, cuando alguna de las partes no cumple lo pactado, se dice que incurre en responsabilidad civil contractual; es decir, que sobre la parte incumplidora recaen las consecuencias jurídicas derivadas de no atender a lo pactado.
Diferencia entre la responsabilidad contractual y extracontractual
Es importante conocer la diferencia entre responsabilidad contractual y extracontractual, ya que muchas veces, ambos conceptos se confunden.
En este sentido, si la responsabilidad contractual son las consecuencias jurídicas de no cumplir un contrato, la extracontractual abarca las consecuencias jurídicas de ocasionar un perjuicio a otra persona con la que no existía vinculación contractual.
Imaginemos que provocamos un accidente de tráfico en el que hemos causado daños al coche de otro conductor. Nuestra negligencia ha originado la obligación de que reparemos los daños, pero sin que estuviésemos vinculados a esa persona por medio de ningún contrato.
Por qué se incumple una relación contractual
Las causas del incumplimiento pueden ser muy variadas, aunque las más típicas son:
- La morosidad: cuando la obligación consiste en dar una cantidad de dinero que no es asumible con el patrimonio presente o futuro del obligado.
- El dolo: es decir, que la parte incumplidora se desentiende de sus obligaciones de manera intencionada.
- La negligencia: en este caso, el incumplimiento se ocasiona por no actuar con la debida diligencia.
Consecuencias jurídicas de la responsabilidad contractual
El contrato puede cumplirse de manera voluntaria o forzosa. En este último caso, nuestro ordenamiento jurídico contempla medidas para que el obligado incumplidor vuelva a la legalidad.
Por un lado, tenemos la ejecución forzosa, que es un procedimiento judicial por el que se obliga a la parte a cumplir con lo estipulado en el contrato, incluyendo aquellas obligaciones de pagar un precio.
Por otro lado, la Ley de Enjuiciamiento Civil (LEC) regula las ejecuciones no dinerarias, que son específicas para las obligaciones de dar, hacer o no hacer alguna cosa. La regulación de estos títulos ejecutivos reside en los artículos 699 a 711 de la LEC.
Debemos tener en cuenta que las obligaciones no dinerarias solo pueden constar en títulos ejecutivos judiciales. Y, a fin de lograr la ejecución, la ley contempla una serie de medidas como el apremio o la multa pecuniaria, el apercibimiento por incurrir en un delito de desobediencia, o la justa compensación económica, entre otras.
En definitiva, incurrir en responsabilidad contractual puede acarrear consecuencias legales indeseadas, por lo que lo más recomendable es solicitar siempre el mejor asesoramiento. En Garzón Legal, contamos con un equipo de profesionales especializados en derecho de obligaciones, para ofrecer asesoría jurídica y defensa letrada.